Lo hacen por nuestro bien (a veces)

29 Jun

Mi trabajo me ha tenido últimamente de acá para allá haciendo miles de kilómetros en pocas semanas. Precisamente en el transcurso de uno de estos viajes me enteré del inminente final de la limitación de 110 km./h., noticia que recibí con una mezcla de alegría y extrañeza. A pesar de que conducir más despacio tiene ventajas muy evidentes para la seguridad vial, el medio ambiente y la economía, yo sostengo la extravagante idea de que si nos gastamos miles de millones de euros en construir autovías y autopistas es para poder ir más rápido de un sitio a otro, y por tanto, obligarnos a ir despacio por esas carreteras es algo así como un desperdicio de recursos y un contrasentido.

Como soy un ciudadano responsable, respetuoso con la ley, y lo más importante, aterrado por la capacidad sancionadora de la DGT, he sido razonablemente cumplidor con los dichosos 110. Gracias a eso he podido comprobar en primera persona cómo el consumo de mi coche bajaba de los casi 6 litros habituales a 4,5 litros a los 100. Un ahorro considerable. Tan considerable como el aburrimiento que me producía circular a esa velocidad, pero me reconfortaba la idea de estar ganando en seguridad y ahorrando un montón de dinero… Y ahora va el gobierno y me dice que ya está bien, que puedo ir otra vez a 120. Es lógico. Puesto que la crisis económica ya ha terminado y el barril de crudo está baratísimo (tan barato que los gobiernos han tenido que sacar a la calle sus reservas estratégicas para frenar la escalada de precios), ¿para qué queremos ahorrar más de mil millones de euros al año, con lo bien que va todo? Y ya puestos, ¿para qué queremos mantener la importantísima reducción de accidentes mortales que hemos experimentado en estos meses? Lo que de verdad importa ahora es que el gobierno mande señales positivas al electorado… ¿Electorado? Perdón, quise decir ciudadanía. ¿En qué estaría yo pensando?

Toda este asunto me recuerda el eterno debate entre el modelo de estado intervencionista, que vela por sus ciudadanos y les protege incluso de sí mismos, y el gobierno liberal, con muchas menos atribuciones y que antepone la libertad del individuo a cualquier otra consideración (al hilo de esto recomiendo ver el episodio 15 de la segunda temporada de la serie “Parks and Recreations”, donde se presenta este dilema de una forma muy divertida). Yo, como debo ser un maldito rojo, veo con buenos ojos la intervención del estado en temas estratégicos y de interés general, como pueden ser la regulación de los mercados financieros, la política energética o la seguridad vial, entre otros. Por eso, lo que me molesta con el tema de los 110 no es que se tomara la medida (pese a que no estaba del todo de acuerdo) ni tampoco el hecho en sí mismo de que se retire ahora. Lo que de verdad me cabrea es que hayan decidido su retirada con un ojo puesto en las próximas elecciones generales y sin que hayan desaparecido las causas que motivaron su puesta en marcha, demostrando que el gobierno vela por el interés general… siempre que concuerde con el suyo propio.

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